El máximo ganador de medallas en el historial del Campeonato Sudamericano fue también, hace ya casi un siglo, uno de los primeros medallistas olímpicos surgidos de nuestra región –subcampeón del maratón en Amsterdam 1928- y uno de los que inició el camino de aquella gloriosas dinastía de corredores: Manuel de Jesús Plaza, chileno.
Manuel de Jesús Plaza Reyes nació el 17 de marzo de 1900 y como tantos otros grandes fondistas –podemos citar al argentino José Ribas o al ecuatoriano Rolando Vera entre ellos- alternó sus primeras incursiones en el atletismo con su trabajo como canillita. Su debut en la distancia máxima se concretó joven, a sus 22 años, al obtener la prueba en los Juegos Latinoamericanos de Rio 22 (también ahora aceptados como Campeonato Sudamericano 2b), donde empleó 2 horas y 57 minutos. Dos años más tarde quedó 6° en el maratón olímpico de París y alcanzó el podio en Amsterdam 1928 con su medalla de plata.
Plaza marcó los rumbos de una década pionera del atletismo de fondo y –si tomamos en cuenta la homologación más reciente de todos sus resultados (con la homologación de Rio 1922 como Campeonato Sudamericano) su cuenta de medallas es impresionante, aunque sin posibilidades de comparación con los tiempos actuales, donde los fondistas tienen una mayor especialización en distintas distancias. Y a la vez, múltiples posibilidades de competencia cuando en la época de Plaza casi todo se reducía al nivel regional y, cada cuatro años, la cita olímpica.
Plaza debutó en el Sudamericano en 1920, en Santiago, cuando fue subcampeón de los 10.000 metros detrás de la gran figura hasta aquel momento, su compatriota Juan Jorquera, y también se llevó un bronce en 5.000. De allí en adelante, hasta su última participación en un Sudamericano (Santiago 1933) casi todas fueron victorias: 23 en total. En Rio 1922 logró los 3.000 en forma individual y por equipos, además de los 5.000, 10.000, el cross country y el maratón: seis doradas, algo que nadie pudo emular en la historia de nuestros campeonatos. En las ediciones siguientes (1924, 1926 y 1927) venció otra vez en los 3.000 individuales y por equipos, 5.000, 10.000 y el cross. No asistió en 1929 e Lima y reapareció cuatro años más tarde en Buenos Aires, cuando ya prevalecía la gran generación argentina de Ribas, Zabala y cía. Allí Plaza fue cuarto en los 10.000 y el cross, pero dos años después en Montevideo se despidió con un nuevo triunfo en el cross y con la prueba de ruta de 32 km.
En aquella serie triunfal hay que mencionar como dejó su sello en la tabla de récords, hasta que los mismos Ribas y Zabala consiguieron superarlos en la década siguiente. Plaza fue el primer sudamericano en correr por debajo de los 9 minutos sobre 3.000 metros (8:54.2 en San Isidro 1924), también el primero en bajar los 16 minutos en 5.000 (15:37.2 en ese mismo campeonato) y el primero en correr los 10k de pista por debajo de los 32 minutos, con sus 31:54.0 de Montevideo 1926. Fue justamente en ese Sudamericano donde alcanzó sus mejores marcas personales, ya que registró nuevos récords de 8:51.4 para 3.000 y 15:12.4 para 5.000.
En el Libro/Memoria que editó la Fedachi por su primer siglo lo describen así: “Plaza tenía un estilo particular. Era moreno, mediana estatura, delgado pero fuerte, piernas largas. Corría con la cabeza vendada para absorber el sudor en su frente. Se amarraba a las manos los trapos que utilizaba para cargar los diarios”. Y también cuentan una curiosidad: “Solía llevar dos puñados de porotos, uno por cada rival, que iba soltando a medida que sobrepasaba a sus contrincantes”. Una crónica en la revista Les Sports revelaba: “Debido a sus escasos recursos no ha podido nunca seguir un régimen especial de alimentación, como se aconseja a todos los corredores, y riéndose nos decía que comiendo poco cuando no tenía dinero y más cuando la venta de los diarios mejoraba”.
Plaza venía de la comuna de Lampa (región metropolitana), pero desde chico vivió en la capital chilena. Pudo completar sus estudios primarios en la Escuela Desiderio Araneda y también, desde chico, ayudó a su familia trabajando como vencedor de diarios desde un puesto en las esquinas de Bascuñán Guerrero y Blanco Encalada. Comenzó a correr a los 14 años, se cuenta que su primera competencia fue sobre una distancia de 1.600 metros por el Club Atlético Centenario donde ganó con 5:39. Más adelante, desarrolló sus entrenamientos en el Parque Cousiño, el actual Parrque O’Higgins.
Plaza ya se había lucido en los Juegos Olímpicos de París, donde quedó sexto en el maratón. En una entrevista realizada por Acevedo Hernández en El Gráfico, el atleta expresó: “Me avisaron pocos días que viajaba. Llegué mareado por el viaje de veinte días en barco y mal alimentado. Tuve que correr casi de inmediato. Y el circuito era muy duro, me causó muchos dolores. Otros atletas habían llegado mucho antes, pudieron prepararse mejor… Pese a todo el esfuerzo tuve muchas satisfacciones en el final, como el abrazo que me dio el atleta inglés después de cruzar la meta. Y enseguida llegó don Agustín Edwards, quien me felicitó por mi actuación”. Aquel británico al que se refería Plaza era, probablemente, Sam Ferris, quien ocho años más tarde batallaría con Zabala por el podio en Los Angeles, quedando con medalla de plata.
Plaza también contó que en un primer momento quiso atender el ritmo del más famoso entre los participantes y vencedor en Amberes 1920, Hannes Kohlemainen. Pero este se encontraba lejos de su mejor forma, iba muy retrasado y entonces el chileno decidió adelantarse. Otro finés, Albin Stenroos, fue el triunfador con 2:41.23, seguido por el italiano Romeo Bertini con 2:74.20 y una leyenda del maratón de Boston (donde ganó siete veces), el estadounidense Clarence DeMar, con medalla de bronce en 2:48.14. Luego llegaron otro finés, Lauri Halonen, con 2:49.50 y Ferris con 2:52.26, quedando Plaza en el sexto puesto en 2:52.54. Un puesto más atrás arribó Boughera El Ouafi, un argelino que representaba a Francia y que cuatro años después sería el campeón olímpico.
Aquel maratón se largó en el Estadio Colombes, donde también estaba la meta y era la sede de las pruebas atléticas de los Juegos de 1924. Fue un 13 de julio, apenas un día después de aquella jornada de bochornoso calor que terminó con muchos corredores del cross country hospitalizados (y con la misma especialidad de cross quitada desde entonces en la programación olímpica). En previsión del calor se resolvió largar el maratón después de las 17, en lugar de las 15 como indicaba el esquema original. Afortunadamente, los 58 corredores no tuvieron que afrontar otra jornada tan dura.
La consagración definitiva de Plaza se produjo el 5 de agosto de 1928 en Amsterdam, Países Bajos. El maratón olímpico se desarrolló en una calurosa tarde sobre un duro recorrido de empedrado, bordeando el río Amstel y tuvo 69 participantes, la mayor cifra hasta ese momento. El diario El Mercurio implementó un servicio para ir transmitiendo los detalles de aquel maratón y mucho público se concentró junto a sus pizarras en la calle Morandé. También, el diario de aquel día, en los momentos previos detallaba: “Dos días antes de que se corriera la Marathon, las esposas de los miembros de la delegación chilena, señor Müller y Quiroz, se hicieron cargo de la cocina del Hotel Metropole, a fin de preparar las comidas de Plaza al estilo criollo. Plaza durmió bien anoche y, poco antes de salir hoy del hotel, dijo al señor Müller: “Haré todo lo posible por colocar la bandera chilena en el mástil olímpico”.
El ritmo de esa prueba lo marcaron los fineses (Rastas, Martellin, Korholin-Koski y japoneses (Yamada y Tsuda) que intentaron despegarse entre los 28 y 30 kilómetros, en un ataque que no prosperó. A los 35 kilómetros, Boughera El Ouafi –argelino que representaba a Francia- se acercó a la punta y también escaló posiciones Plaza.
El Ouafi fue el triunfador en 2:32:57, Plaza le dio a Chile su primera medalla de plata en el atletismo olímpico con 2:33.23 y el finés Martti Martellin completó el podio con 2:35:02.
El diario La Nación describió que “Por la noche, en el hotel, se festejó la hazaña con una comida y los representantes diplomáticos de Chile brindaron por el héroe, su familia, el país y todos los que cooperaron por el deporte nacional”. Regresó a su país el 18 de septiembre y 30 mil personas lo recibieron en la Estación Mapocho. EL presidente Carlos Ibáñez del Campo lo recibió junto a los veteranos de la Guerra del Pacífico.
A su retiro del atletismo, Manuel Plaza llevó una vida tan humilde como siempre. Cuando Chile organizó el Campeonato Sudamericano de 1956, el Estadio Nacional, colmado, se conmovió al recibirlo, portando la antorcha olímpica en la ceremonia inaugural.
Después de una larga enfermedad, Plaza murió en Santiago de Chile el 9 de febrero de 1969 y una multitud asistió a su funeral en el Cementerio General de esa capital. Le abrió el camino a los grandes corredores sudamericanos que también alcanzarían la gloria olímpica como los argentinos Juan Carlos Zabala, Delfo Cabrera y Reinaldo Gorno, y el brasileño Vanderlei Cordeiro de Lima, laureado con el bronce en Atenas 2004, entre otros.