Atletismo Sudamericano
  • NOTICIAS
  • NOSOTROS
    • AUTORIDADES
    • COMISIONES
    • SEDE
    • ESTATUTOS
    • REGLAMENTOS
    • HISTORIAL
  • FEDERACIONES
  • CALENDARIO
  • RESULTADOS
  • ESTADÍSTICAS
    • Estadísticas 2025
    • Estadísticas 2024
    • Estadisticas 2009-2023
  • NOTAS OFICIALES
    • 2025
    • 2024
  • ADC
    • HISTORIAL
    • PROXIMOS CURSOS Y SEMINARIOS
    • HISTORIAL POR PARTICIPANTES
    • HISTORIAL DE CURSOS Y SEMINARIOS
  • ANTIDOPAJE
  • SALVAGUARDA
Atletismo Sudamericano
No Result
View All Result

Rumbo a los Juegos de París – Memorias olímpicas, el histórico doblete de Juantorena

Rumbo a los Juegos de París – Memorias olímpicas, el histórico doblete de Juantorena

Solamente con su hazaña en los Juegos Olímpicos de Montreal, en julio de 1976, el cubano Alberto Juantorena ingresó al privilegiado círculo de los “gigantes” de la historia del atletismo. Aunque su campaña se extendió por varias temporadas más y hay que incluir allí otros títulos y récords relevantes.

Pero vayamos a aquel verano canadiense cuando Juantorena –por entonces uno de los mejores especialistas del mundo sobre 400 metros- recién hacía sus primeras armas en los 800, las dos vueltas a la pista. En los Juegos ganó ambas pruebas, algo que hoy suena casi inigualable, o que muy pocos intentan. Sucede que se trata de distintas especialidades: los 400 están considerados como la “velocidad extendida”, mientras que la prueba de 800 se reserva a los atletas de mediofondo. Son más frecuentes los que intentan el doblete 200/400 en la velocidad u 800/1500 en mediofondo.

En la historia olímpica hubo otro caso, el del estadounidense Paul Pilgrim, quien ganó los 400/800 en los mismos Juegos, pero esto sucedió en la cita “extra” de Atenas 1906, que no está considerada oficialmente en el historial olímpico. Los que estuvieron más cerca de lograr la hazaña del cubano fueron un jamaiquino (Arthur Wint), un sudafricano (Bevil Rudd) y dos estadounidenses (Alex Wilson y Mal Whitfield), pero en tiempos que ya parecen remotos. En los Juegos de Amberes (1920) el tal Rudd fue campeón de 400 y bronce en la distancia doble. Doce años más tarde, en Los Angeles y mientras nuestro Zabalita conquistaba el maratón, Wilson subió al podio en ambas pruebas –subcampeón en 800, bronce en 400- pero sin ganar ninguna. Los grandes duelos se vieron en Londres, en 1948. Whitfield, un estadounidense que había pasado el año anterior por Buenos Aires durante un torneo promovido por el propio Juan Domingo Perón, se proclamó campeón olímpico de los 800, delante del jamaiquino Wint. Pero este se desquitó en los 400, relegando a Whitfield al tercer lugar (entre ellos se ubicó otro conocido fenómeno jamaiquino, Hebert McKinley). Por cierto, Whitfield se dio el gusto de lograr el doblete 400/800 al retornar a Buenos Aires para los primeros Juegos Deportivos Panamericanos, en 1951, donde fue una auténtica estrella: sumó una tercera medalla dorada con el relevo 4×400.

Desde entonces, y hasta la aparición de Juantorena, nadie se animó a semejante doblete olímpico (400-800) y tampoco, desde su época, nadie se animó a emularlo…

La dimensión de esa hazaña aumenta si consideramos el trajín que tuvo que afrontar el cubano, con sus dos rondas preliminares en 800 y tres más en 400, por lo que llegó a la definición de esta última prueba –la llamada “especialidad asesina” del atletismo de pista- bastante sentido. Y, sin embargo, concretó la mejor marca de su vida.

Pese a su inexperiencia en los 800, donde ni siquiera contaba con una decena de carreras oficiales, Juantorena se perfiló enseguida entre los favoritos y mucho más tras ganar su semifinal en 1m.45s.88. En la otra semi se impuso el estadounidense Rick Wolhuter, quien pareció muy relajado con 1m46s.72, seguido por un italiano, Carlo Grippo, a  quien meses antes también habíamos recibido en Buenos Aires…La final se anticipaba como un feroz duelo entre Juantorena y Wolhuter. Fue el cubano el que impuso todo el ritmo desde el comienzo, con el estadounidense expectante. Cuando pareció que éste iba a atacar –se recordaba la formidable recuperación de su compatriota David Wottle cuatro años antes en Munich- Juantorena extendió aún más su ventaja. Y Wolhuter también fue desbordado a veinte metros de la meta por el belga Ivo van Damme, quien le arrebató la medalla de plata. En el cuarto lugar llegó el alemán Willi Wülbeck (1m45s26) y quinto, un británico, Steve Ovett (1m45s44) quien cuatro años más tarde iba a tener la oportunidad de su vida para proclamarse campeón en Moscú.

Juantorena, casi un “outsider” en aquel momento de Montreal, estableció el récord mundial con 1 minutos, 43 segundos y 50 centésimas, en tanto Ivo van Damme marcó 1m.43s.86. Pocos años después, y tan joven, el belga se mató en un accidente automovilístico: el principal meeting atlético de Bélgica, desde entonces, lleva su nombre. El récord anterior era 1m.43s.7 del italiano Marcelo Fiasconaro, establecido en 1973 en Milán.

Casi sin pausa, el cubano afrontó las rondas eliminatorias de los 400 metros, donde –como es habitual- los estadounidenses llegaban como grandes favoritos. El velocista en mejor forma en aquella época, Fred Newhouse, dominó la finalísima hasta que, faltando 60 metros, fue alcanzado por Juantorena, quien pudo doblegarlo al impulso de su poderosa zancada. “Lo alcancé porque tengo potencia y músculos para la última parte de la carrera. Pero no soy ningún superhombre”, comentó esa vez Juantorena, cuya marca de 44 segundos y 26 centésimas era la mejor jamás lograda en los 400 llanos en una ciudad a nivel del mar. Y, además, era la tercera absoluta del historial de la prueba (sólo precedida por los 43s.81 de Lee Evans y los 43s.97 de Larry James conseguidos ocho años antes en la altitud de México, durante otros fantásticos Juegos Olímpicos).

El doblete en Montreal convirtió a Alberto Juantorena en un ídolo absoluto para el deporte de Cuba –Fidel Castro en persona fue a recibirlo y abrazarlo en el aeropuerto de La Habana- y en uno de los atletas de referencia mundial de la década del 70.

Alberto Juantorena Danger había nacido en Santiago de Cuba, segundo de los tres hijos del matrimonio de Efraín Juantorena y Yolanda Danger. Su biografía “Juantorena, astro y ejemplo” fue escrita por Enrique Montesinos, un periodista muy adicto al régimen. Si quitamos los panegíricos y las alusiones políticas de cuño stalinista, ciertamente contiene detalles exhaustivos de los orígenes y la campaña atlética de este fenómeno. Por ejemplo, que había nacido el 21 de noviembre de 1950, pero lo anotaron el 3 de diciembre (onomástico de San Alberto) y esta fue la fecha que siempre figuró en sus fichas atléticas. Al parecer, el padre de Juantorena fue un militante de las fuerzas anti-Batista y toda la familia pudo celebrar la entrada de las fuerzas revolucionarias en Santiago. Pero lo cierto es que Alberto Juantorena concentró sus energías en el deporte (quería “triunfar y viajar, conocer mundo”), primero lo intentó con el básquet, donde no resultó “lo suficientemente bueno”. Y fue un técnico de atletismo polaco, Zygmund Zabierzowski, quien descubrió que tenía un diamante en ese físico poderoso de 1,90 m. de estatura, pasos poderosos y convicciones de triunfo. Fundamentalmente, estaba dotado con un plus de velocidad que le haría ideal para correr los 400 metros.

Y allí se concentró. Con apenas unos meses de preparación –arrancó en 1971, ya con 21 años- Juantorena hizo su debut oficial con una marca de 47s.1 en abril de 1972, en el Estadio Universitario Juan Abrantes. Con cierta visión y buen criterio, las autoridades atléticas cubanas lo incluyeron en un equipo de jóvenes para una intensa gira europea con vistas a los Juegos Olímpicos de Munich. Aunque allí no atravesó las semifinales, la experiencia resultaría muy valiosa. Un año más tarde se acercaba a la elite de los 400 al ganar los Juegos Mundiales Universitarios en Moscú con 45s.36. Sumó nuevos títulos en 1974, durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Santo Domingo, donde marcó 45s.52 y también venció con la posta 4×400.

En los Juegos Panamericanos de fines del 75 en México, y con el beneficio de la altitud, ya se movió por debajo de los 45 segundos (44.80), aunque no fueron suficientes para ganar: el estadounidense Ronald Ray se adelantó (44s.45) y el cubano se llevó otra medalla de plata con el relevo largo.

  Luego vendría la hazaña de Montreal, donde también contribuyó al acceso de la posta 4×400 de Cuba hasta el séptimo puesto.

Y el doblete olímpico quedó ratificado un año más tarde. Primero lo hizo en Sofía, en una nueva edición de los Mundiales Universitarios, donde batió su propio record mundial con 1m.43s.44, un tope que iba a caer con la aparición de Sebastian Coe al poco tiempo (1m.42s.4 en Oslo, en 1979). Y en la edición inaugural de la Copa del Mundo, en Düsseldorf, Juantorena repitió sus victorias de los 400 y 800 metros. En la velocidad marcó 45s36 y en los 800 ganó 1m44s04, superando al keniata Mike Boit (1m44s14) y terminando con cualquier duda. Boit era uno de los candidatos al podio en Montreal pero el boicot africano le había impedido participar…

El trajín y las lesiones fueron atenuando la campaña de Juantorena, aunque su calidad, entrega y carisma lo convirtieron en atracción para todas las citas internacionales. En los Centroamericanos de Medellín (1978) volvió a alcanzar su mejor nivel en 400 (44s.27) y también ganó los 800 (1m47s23). Un año más tarde participó en los Juegos Panamericanos de Puerto Rico, donde dos atletas estadounidenses consiguieron aventajarlo ya que Juantorena no tuvo la posibilidad de reacción en los tramos decisivos: Tony Darden en 400 con 45s11 a 45s24) y James Robinson en (00 (1m46s3, una décima de ventaja). Y una severa lesión en el pie resintió toda su preparación para la defensa de las coronas olímpicas en los Juegos de Moscú (1980). Allí –en una cita devaluada en parte por el boicot occidental- Juantorena quedó 4° en los 400 metros llanos con 45s.09, prueba ganada por el entonces soviético Viktor Markin con 44s.60.

Sus participaciones se fueron espaciando. Retuvo la corona centroamericana de los 800 en 1982 (La Habana, con 1m45s15, donde también ganó con el relevo largo) y se presentó al primer Campeonato Mundial en Helsinki, un año más tarde. Tuvo que desistir tras clasificar a los cuartos de final de los 800 metros por otra lesión. El astro del momento era el ya citado alemán Willi Wülbeck, quien marcó 1m.43s.65 y asomaba un nuevo porteño en la distancia, el brasileño Joaquim Cruz, tercero, con el holandés Rob Druppers. El boicot del área socialista a los Juegos de Los Angeles en 1984 –como “devolución de gentilezas” por lo sucedido en Moscú- impidió que Juantorena se despidiera en pista de las citas olímpicas. Su participación en los Juegos de la Amistad, una competencia alternativa organizada por el régimen de Moscú, le sirvió para dar el adiós, tras compartir el cetro de los 800 con el polaco Ryszard Ostrovski.

A su retiro, ejerció en los principales cargos vinculados al manejo del deporte cubano, desde la Federación Atlética, el Comité Olímpico y el Instituto Nacional del Deporte. Y también alcanzó la vicepresidencia de la Federación Internacional de Atletismo (actual World Athletics). Así pudo darse el gusto de cumplir su sueño de la infancia, seguir recorriendo el mundo y sumar amigos, como sembró en todas partes. Las cuestiones políticas le obligaron a seguir el discurso oficial. “El alto nivel es gracias a la política de la Revolución y especialmente, gracias a Fidel” decía, por ejemplo, tres décadas atrás. Sin embargo, nunca se dedicó a las diatribas personales ni políticas, hizo del deporte su prioridad y trató de dejar la militancia a un costado.

El año pasado, un documental financiado por el fondo de Herencias de World Athletics (WA Heritage) lo homenajeó. Se trata de “Running for the Revolution” que dirigió el cineasta Mark Craig y que se lanzó por Amazon. También WA lo invitó al reciente Mundial en Eugene, donde Juantorena se reencontró con su antiguo rival, Fred Newhouse, y emprendieron varias tareas solidarias. En su última etapa se desempeñaba como vicepresidente del Instituto del Deporte de Cuba, hasta que su delicado estado de salud le obligó a apartarse.

 

 

 

Next Post
Rumbo a los Juegos de París – El atletismo, esencial

Rumbo a los Juegos de París - El atletismo, esencial

© 2024 Atletismo Sudemericano
No Result
View All Result
  • NOTICIAS
  • NOSOTROS
    • AUTORIDADES
    • COMISIONES
    • SEDE
    • ESTATUTOS
    • REGLAMENTOS
    • HISTORIAL
  • FEDERACIONES
  • CALENDARIO
  • RESULTADOS
  • ESTADÍSTICAS
    • Estadísticas 2025
    • Estadísticas 2024
    • Estadisticas 2009-2023
  • NOTAS OFICIALES
    • 2025
    • 2024
  • ADC
    • HISTORIAL
    • PROXIMOS CURSOS Y SEMINARIOS
    • HISTORIAL POR PARTICIPANTES
    • HISTORIAL DE CURSOS Y SEMINARIOS
  • ANTIDOPAJE
  • SALVAGUARDA

© 2024 Atletismo Sudemericano