FUENTE: CBAT
La imagen de Vanderlei Cordeiro de Lima entrando al Estadio Panatenaico, con una sonrisa en el rostro, lanzando besos al público y haciendo la avioneta, es inolvidable. Más aún porque, unos minutos antes, luchaba por volver al recorrido maratoniano de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, tras ser atacado por el ex sacerdote irlandés Cornelius Horan.
La medalla de bronce conquistada por el brasileño, el 29 de agosto, está a punto de cumplir 20 años. Así como la exclusiva medalla Pierre de Coubertin, entregada a Vanderlei por el Comité Olímpico Internacional (COI) en reconocimiento al juego limpio y el espíritu olímpico demostrado durante y después del evento que puso fin a los Juegos Olímpicos en Grecia.
Vanderlei compitió en tres ediciones olímpicas. Se clasificó para Atlanta-1996 al ganar el maratón de Tokio con tiempo de 2:08.38, récord brasileño y sudamericano y top 5 del mundo de la temporada. Pero llegó en el puesto 47: la falta de adaptación al calzado utilizado en la carrera le provocó ampollas en los pies, lo que afectó su rendimiento.
En preparación para Sydney 2000, Vanderlei se lesionó dos semanas antes de los Juegos, durante un entrenamiento en altitud en México. De todos modos fue a Australia, pero quedó en el puesto 75 entre 81 personas que terminaron la carrera. Por eso, cuando llegó a Atenas 2004, con 35 años, Vanderlei supo que aquella era su última oportunidad en unos Juegos Olímpicos.
Debido al fuerte calor en la capital de Grecia, la carrera estaba prevista para las 18.00 horas del día de clausura de los Juegos, poco antes de la ceremonia que cerraría los Juegos Olímpicos. Desde el principio, Vanderlei siempre ha permanecido en el pelotón principal. Y, antes del km 20, se puso en cabeza.
El brasileño tenía más de 40 segundos de ventaja sobre el segundo clasificado cuando, en el kilómetro 35 y casi 1:52 de carrera, fue expulsado de la pista por el ex sacerdote irlandés Cornelius Horan, en un increíble fallo de seguridad de la organización. Vanderlei fue salvado por los aficionados, especialmente por el griego Polyvios Kossivas: invadió la pista, empujó al atacante y permitió que el maratonista regresara a la carrera.
A pesar de la interrupción, Vanderlei mantuvo la ventaja durante casi ocho minutos. El italiano Stefano Baldini le superó a las 2h de carrera. Poco después, el estadounidense Meb Keflezighi consiguió el segundo puesto. Pero el brasileño mantuvo el tercer puesto. Llegó al Panatenaico entre aplausos y, antes incluso de cruzar la meta, comenzó a celebrar. A pesar de todo, había terminado la carrera (2:12:11) y había ganado una medalla inédita en el maratón para Brasil.
Fue la culminación de la trayectoria del niño que nació en la ciudad de Cruzeiro do Oeste (PR), el 4 de julio de 1969, pero se crió en la pequeña Tapira, ayudando a su familia de siete hijos en la cosecha de caña de azúcar. Pero corrió por la ciudad, en el colegio, hasta que se inició en el atletismo, a los 16 años. Tres años después ya estaba en la selección brasileña.
El fondista tuvo una carrera marcada por historias increíbles, como su debut en el maratón. Contratado para ser el conejo de carrera en Reims, Francia, en 1994, no sólo cumplió su rol hasta el km 21 sino que completó los 42.195 m con victoria (2:11:06). Una trayectoria contada en el documental «Vanderlei: piernas, cabeza y corazón», estrenado en septiembre de 2023 por el Comité Olímpico Brasileño (COB).
Para Vanderlei, recibir la medalla Pierre de Coubertain fue consecuencia de su «motivación y superación» para afrontar y superar las dificultades afrontadas en los Juegos Olímpicos de Atenas. Pero encender el pebetero olímpico en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016 fue “la mayor gloria” de su carrera y de su vida.