En el pasado Campeonato Mundial sub-20 de Atletismo, la figura colombiana fue la vallecaucana María Isabel Arboleda, de 19 años y 1.95 metros de estatura, quien finalizó quinta en el salto alto. Y ahora, Arboleda fue una de las figuras del Sudamericano u23 de Bucaramanga donde logró su marca personal con 1.88m. Esta es la corta, pero promisoria historia, de una joven que se convierte en la gran esperanza colombiana en esa prueba, frente al nuevo ciclo olímpico.
Por Ingrid Victoria Vallejo Lucena – Comité Olímpico Colombia
Cuando pensamos que las cosas que nos ocurren vienen en contra de nosotros mismos, es cuando en realidad la vida nos ofrece un mundo de posibilidades y de puertas, que solo basta con tocarlas para que se abran. Algunas veces, los contextos donde crecimos y nos desarrollamos no siempre ofrecen ese mundo de posibilidades, pero son el seno de nuestro hogar, tejido de hechos temporales que, unidos a otros, nos permiten recordar siempre de dónde venimos, y cómo, cada acontecimiento nos ha impulsado a estar hacia ese mundo nuevo de oportunidades, porque esa puerta que tocamos se ha abierto.
Esta es la historia de María Isabel Arboleda, atleta vallecaucana de su natal Pradera, Valle, la máxima figura de Colombia en el reciente campeonato Mundial sub 20, de atletismo, celebrado en Lima, Perú, en el cual fue quinta en el salto alto y mostró unas condiciones que la perfilan como una gran promesa colombiana en esta prueba.
Cuando tenía 16 años conoció a su entrenador, Luis Carlos Lucumí Ávila, una de las más grandes glorias del atletismo colombiano, en el lanzamiento de jabalina, quien le propuso practicar atletismo de altura, porque tenía un biotipo para la prueba de salto alto.
El profe Lucumí cuenta cómo un día, casualmente, cuando salía del complejo deportivo, de un módulo de pesas, observó hacia la distancia en una cancha de basquetbol, un grupo de niñas, una de ellas, que sobresalía por su estatura. Ese día, él se fue pensativo e impresionado por el biotipo de María Isabel. Después de varios días la buscó, se sentó a hablar con ella y la convenció de que su talla era óptima para ser una atleta destacada en la prueba de salto alto.
Poco después, María Isabel se animó a ir a la práctica, pero “no era su pasión por ese tiempo”. Antes del atletismo era jugadora de balonmano y había practicado otros deportes, como el voleibol, el patinaje, el fútbol y el judo. Tampoco estaba en sus planes hacer una carrera deportiva, porque, así lo recuerda la atleta: “al inicio no me iba muy bien, era muy tímida y temía lastimarme. Además, por esa época sufría de bullying. Por un momento quise dejarlo, pero el deporte fue como un apoyo en los días en los cuales peor la pasé. Por el hecho de ser tan alta recibía burlas constantes, que me hicieron detestar mi altura, al punto que creí que no iba hacer buena en algo, y, de repeso, en el salto alto te golpeas mucho”.
El talento, en sigilo
Desde niña, María Isabel reconoce que el impulso por la práctica deportiva la llevó a la curiosidad y a la motivación que encontró en el deporte, por estar siempre activa en sus horas libres. A pesar de que ya había practicado otras disciplinas, el atletismo empezó a hacer mella en su corazón y en el desarrollo de su vida personal. Desde entonces, los tacones altos, la ropa bonita que solía ver como modelos a las presentadoras de televisión se cambiaron por los tenis y la ropa deportiva para entrenar, y su estatura ya no fue asunto de queja o defecto. Al contrario, se convirtió en su aliada para saltar más alto.
Otra de sus aspiraciones era estudiar criminalística. Cuando miraba programas de detectives pensó algún día convertirse en uno de ellos.
Para María Isabel, los retos son ahora constantes, pues admira a todo deportista que sabe que la única forma de superarlos es con disciplina y autoconfianza. Reflexiona: “en todos los deportes tiendes a golpearte, al punto de cogerle mucho miedo a la prueba y empezar a entrenar con miedo, lo cual no me permitía avanzar, hasta que un día decidí saltar ,a pesar de tener mucho miedo, y siento que eso es lo que me ha atraído hasta aquí. El miedo siempre va a estar allí; es decisión nuestra si avanzamos con él o dejamos que nos retenga”.
Entrega total
Actualmente, Isabel sigue entrenando fuerte. Sabe que apenas es el comienzo de una trayectoria que se está construyendo, con el apoyo de su entrenador, Luis Carlos Lucumi, quien la descubrió y ha depositado todo su empeño en ir moldeando el potencial de su talento. Para ello, Lucumí tuvo en cuenta su biotipo (forma del cuerpo), sus piernas largas, su figura longilínea (extremidades largas) y su talla alta, 1,95 metros, para tener una aproximación a la selección de talento. Además realizó test, como saltos sin impulso con las dos piernas, saltos sin impulso, primero con la pierna derecha y después, con la izquierda, entre otros, como el salto triple y el salto vertical.
Igualmente, la asimilación de aspectos técnicos, concentración y disciplina son complementos diarios, para acrecentar el buen desarrollo de la fuerza y la coordinación. El profe Lucumí destaca que Isabel se caracteriza por tener una muy buena técnica, con un ligero balanceo adelante y hacia atrás, da tres pasos antes de realizar su carrera de aproximación, cuatro pasos largos lineales estilo canguro, cuatro pasos rápidos en la curva para el despegue y la elevación del salto, técnica inventada por el saltador estadounidense Dick Fosbury, quien cambió la biomecánica del salto ventral (prono) al salto decúbito supino (dorsal), y que hasta hoy se mantiene.
María Isabel Arboleda y su entrenador, el ex atleta Luis Carlos Lucumí.
La historia de Luis Carlos Lucumí
El profesor Luis Carlos Lucumi es un promotor de sueños de varios atletas, entre quienes se encuentran: Diego Fernando Díaz, quien participó en los 110 con vallas del Mundial sub 20, celebrado en Cali, en 2015; Jhon Stewart González, participante en el Mundial sub 20, realizado en Polonia, también en 110 vallas; Flor Denis Ruiz, representante de Colomba en París 2024, y María Isabel Arboleda, la mejor saltadora de altura del país, segunda en el suramericano mayores, campeona en los Juegos Nacionales Eje Cafetero 2023, y quinta en el reciente campeonato mundial sub 20.
Todas estas generaciones, no son fruto repentino, que surgió de la nada. Son el resultado de un cúmulo de experiencias, que el profe Lucumi vivió cuando fue joven.
Entró al servicio militar en 1978, en el Batallón Agustín Codazzi, en Palmira, para iniciar su carrera deportiva. Participó en los Juegos Intercompañias, bajo la orientación de su entrenador, Germán Lozano Grisales. Su talento, disciplina y habilidad le permitieron ser campeón de tres pruebas, bala, disco y salto largo. Recuerda, que, en aquel tiempo, entrenaba en una cancha de fútbol, con una jabalina muy desgastada y con unas botas que no le eran cómodas,. En las brigadas número cinco en el campeonato Interbatallones, ganó en solo jabalina, pero en los Juegos Interbrigadas terminó segundo, a nivel nacional.
Luis Carlos Lucumí fue campeón, suramericano, bolivariano, iberoamericano, centroamericano, panamericanos, con marcas nacionales. Lamentablemente no alcanzó a clasificar a unos Juegos Olímpicos, por la falta de sistematización del proceso de preparación orientado por expertos que acompañaran su desarrollo deportivo. Todo este bagaje lo adquirió en 20 años como atleta y 25 años desempeñándose como entrenador.