Gran figura del atletismo argentino en la última década, finalista del salto con garrocha en el Mundial 2015 y en los recientes Juegos Olímpicos de Rio, subcampeón panamericano en Toronto, Germán Chiaraviglio llegó este fin de semana como un ídolo al norte de su país, Misiones. Lo hizo para acompañar a los más de 400 chicos que participaron en los Juegos Deportivos Misioneros (selectivos de dicha provincia para los Juegos Nacionales Evita, de Mar del Plata). Las pruebas se realizaron en el complejo Ian Barney, en Oberá, cuyo nombre recuerda al ex gran campeón sudamericano de jabalina, de la década del 60. Oberá, también, es la tierra donde nació y vive el mejor garrochista argentino de la historia de la era pre-Chiaraviglio: Erico Ricardo Barney.
«Hay que tomar una dimensión real de los valores que podemos transmitir con el deporte», expresó Germán, quien fue invitado especialmente por el gobernador Hugo Passalacqua y el ministro de Deportes, Rafael Morgenstern. Entregaron los premios de las competencias y alentaron a los chicos, además con la ilusión de contar con una pista sintética en esa localidad.
«Aquí los chicos aprenden cosas que les sirven para la vida, como el compañerismo, la solidaridad, la disciplina y el respeto al adversario», expresó el gobernador.
Germán Chiaraviglio, con los atletas del futuro
