Por EZEQUIEL BRAHIM – DIARio LA NACION
Algunos corren hasta la basílica de Luján para cumplir una promesa, otros corren 42 kilómetros para convertirse en maratonistas y varios corren el colectivo y se agitan. ¿Pero hasta dónde se puede llegar corriendo? Dicen de un italiano que corrió más de 150 kilómetros sin parar, en una cinta de correr. También cuentan de una norteamericana que corrió 435 kilómetros en una pista de atletismo (más de mil vueltas). ¿Pero qué pasa cuando correr te saca de tu casa, te lleva a recorrer el mundo y ya nunca más volvés? Cuando tenés que correr a un ladrón para que no te robe y cuando correr te hace encajar en la escuela. Cuando correr te lesiona y te lastima. Cuando correr es mucho más que correr. Esta es la historia de Micaela Levaggi, una chica que corre.
“Apareció acá chiquitita y dijo que quería correr”, recuerda 13 años atrás el entrenador Leo Malgor, “Mica era flaquita, parecía que se quebraba. Pero enseguida vimos que tenía algo distinto, un interés especial por correr”, la describe el marplatense, que supo llevar cinco atletas argentinos hasta los Juegos Olímpicos. Mica nació hace 26 años en el barrio San Martín, que está en la ciudad feliz, pero no muy cerca del mar ni de la peatonal ni del casino. De chiquita quería hacer deporte, no sabía cuál, alguno. “Me dijeron que en la pista daban clases gratuitas de atletismo”, cuenta la protagonista de esta historia, y agrega las ventajas: “que no tenía que pagar cuota, ni comprar elementos. Además daba para ir sola, porque somos cinco hermanos y mamá no nos podía llevar a cada uno. Entonces fui”.
Micaela llegó una tarde de noviembre de 2011 y preguntó si era verdad todo lo que le habían contado. Pero le respondieron que espere, que recién en media hora iba a llegar el profesor. “Me dijeron que era alto, pelado, morocho, que lo iba a reconocer”. Así se encontraron, Levaggi y Malgor, “fue una suerte llegar el día que estaba Leo, porque con su experiencia me hizo meterme en el deporte muy rápido”. Así de rápido fue Mica, a los cinco meses de empezar a correr quedaba tercera en el campeonato provincial de cross country en Tandil. Parece solo un resultado deportivo, pero siempre hay algo detrás.
“Yo nunca había salido de Mardel, ni a Santa Clara. Para mí Tandil era como ir a Europa”, se sincera Mica. Y cuenta que luego de hacer ese podio, una compañera de equipo la felicitó y le dio la buena noticia: ¡con el tercer puesto clasificaste al Nacional en Córdoba! “Yo pensaba que me tenía que pagar el viaje y no iba a poder… pero me dijeron que al clasificar ¡me llevaban gratis! Así que llegué a casa y lo primero que le dije a mamá fue, ¡me voy a Córdoba! Se puso re contenta”.
En menos de un año el país ya le quedaba chico y clasificó al Campeonato Sudamericano Escolar sub-14 en Joao Pessoa, Brasil. Después vino el Grand Prix en Uruguay y a principios del 2014, con 15 años se consagraba campeona sudamericana de cross country sub-16, su primera medalla internacional. Pero esto significa mucho más que correr.
“Me iba bien en la secundaria pero el deporte me ayudó mucho a crecer. Yo iba a una escuela del centro, el Mariano Moreno, donde las realidades de las chicas era muy diferente a la mía. El deporte me sirvió para vincularme con ellas”. Y el deporte la hizo seguir creciendo, en el evaluativo de sudamericano que se realizó en Colombia obtuvo la plaza para los Juegos Olímpicos de la Juventud 2014, en Nankín. “Cuando lo logré, me puse a llorar”.
En el otro extremo del planeta, Micaela fue la única atleta argentina de esos Juegos Olímpicos de la Juventud, quedando en la décima tercera posición entre las mejores del mundo. Aún no hacía dos años que había empezado a correr.
Corriéndole a la vida
Aunque la vida también seguía corriendo, Micaela terminaba la secundaria y quería estudiar diseño. “Pero se me complicaba viajar a la facultad, así que fui haciendo cursos de diseño”. Una tarde mientras caminaba pensando en dibujos y colores, le arrebataron el celular. “Lo salí a correr… y lo alcancé. Pero me dijo que si lo seguía me iba a pegar, así que dejé que se lo llevara”. A su auxilio fue Micaela Charras, no recuperaron el celular pero al menos la consoló un poco. Se pusieron a hablar y además del nombre encontraron que compartían el amor por del deporte. Charras practicaba boxeo y también trabajaba en la ONG Palestra, enseñando el deporte a chicos en situaciones vulnerables. Levaggi empezó a ayudar, se comprometió con la ONG y terminó siendo ayudada por ella. A los 18 años dejaba su casa y se iba a vivir a Palestra.
“Al principio en mi familia no tomaron bien que me fuera”, recuerda Micaela. “Para mí fue difícil pero me hizo crecer un montón, maduré mucho. Hoy estoy más cercana a mi papás, tengo un mejor vínculo que cuando me fui. Empecé a ver que si bien mi papá no entendía mucho mi deporte, tenía tres trabajos y se levantaba a las cinco de la mañana. Sin decírmelo directamente, fui aprendiendo a tener rutinas firmes. Fui viendo que nadie es perfecto, pero que siempre intentaron hacer las cosas bien”.
Después de un par de años viviendo en Palestra, Mica se fue a vivir sola y tuvo en los Juegos ODESUR Cochabamba 2018, uno de sus mejores resultados. Con 20 años, se colgaba del cuello la medalla de bronce en los 1500 metros. De ahí en adelante correr no fue tan fácil, una lesión de rodilla le robó el 2019, una pandemia el 2020, el 2023 fue el tendón de Aquiles que dijo paremos, en el 2024 la fascitis plantar… “ya no quería saber más nada porque era lesionarme cada año y volver a empezar de cero”.
“En los primeros años tuve muchos logros y estos últimos se me estaban haciendo muy pesados con tantos altibajos”, explica entre resignación y aprendizaje Micaela. Pero lo volvió a intentar una vez más, “fui entendiendo que tenía que mejorar muchas cuestiones del entrenamiento para evitar lesiones, que no solo eran una desgracia del universo, sino que yo tenía que poner mi parte”. Se sumaron algunos sponsors, eso ayudó. Y la segunda mitad del año cambió la cara. En el medio maratón de Buenos Aires sorprendió a muchos. Antes que eso solo había corrido una media en Mar del Plata y en Buenos Aires mejoraba su marca casi cuatro minutos al parar en reloj en 1h13m36s, siendo la mejor local y coronándose campeona argentina.
De ahí para acá ganó los 1.500 metros de la Copa Nacional de Clubes, los 15k de Open Sport (una de las marcas que la ayudan), la declararon Personalidad Destacada en el Deporte en Mar del Plata, ganó el medio maratón de su ciudad y la milla urbana de New Balance, puf… pasó mucho. “Creo que fue un cambio más mío, personal, de mentalidad. Que si bien daba todo entrenando, no así en las otras partes, y un atleta es un conjunto de todo”, reflexiona Mica. Mientras su entrenador, Leo Malgor, mira más adelante: “Ahora se plantea un desafío de tres años que hay que evaluar si ella lo quiere aceptar”, sin necesidad de nombrar los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. El deporte es pensar a largo plazo. Y muchas veces es mucho más que correr. Micaela Levaggi mira el 2025 sabiendo de qué se trata: “Es hacerme cargo de que quería hacer yo de mi vida… que es correr y llegar a ver mi mejor versión”.