uando Michel Jazy era apenas un adolescente –había perdido a su padre a los doce años, su madre estaba lejos- tuvo que comenzar a trabajar. Y uno de sus primeros empleos fue en el prestigioso diario deportivo L’Equipe, donde pasó por distintos rubros: tipógrafo, ascensorista.
Este 1° de febrero de 2024 L’Equipe acaba de anunciar en su portada a Michel Jazy, quien acaba de fallecer en la ciudad de Dax a los 87 años (había nacido el 13 de junio de 1936 al norte de su país en Oignies, Pas-de-Calais). Simplemente: “Jazy, ícono del deporte francés”.
L’Equipo lo había consagrado como “deportista del año” (“Campeón de Campeones” en Francia en tres oportunidades: 1960, 1962 y 1965. Fueron algunas de las tantas distinciones que mereció por su formidable campaña de mediofondista, entre ellas se cuenta la de Comendador de la Legión de Honor, que le otorgó la República Francesa en 2005.
Jazy fue uno de los mejores mediofondistas del mundo en la década del 60, medallista olímpico, bicampeón europeo, recordman mundial en varias distancias –incluyendo la clásica milla- y múltiple recordman europeo. Su campaña también incluyó 49 récords nacionales y está considerado uno de los atletas más importantes de la historia de Francia. Fue uno de los grandes nombres en una época donde hicieron historia aquellos corredores provenientes de las antípodas como Herb Elliott, Peter Snell y Ron Clarke, el joven prodigio estadounidense Jim Ryun y donde ya asomaba el poder africano a través de nombres como Kipchoge Keino y Mohammed Gammoudi.
Jazy era hijo de inmigrantes polacos. Durante su infancia y adolescencia jugó fútbol, pero llegó al atletismo con 16 años, luego de ganar ampliamente una carrera de cross country. Ese día, en L’Equipe, vaticinaron: “Tal vez será famoso un día”. Se dedicó en principio al mediofondo tradicional, por su velocidad para 800-1.500 y después de ganar esta distancia en el Campeonato de Francia, se aseguró una plaza en el equipo olímpico para Melbourne (1956) donde no atravesó las eliminatorias. Pero tuvo la oportunidad de convivir allí –y recibir los consejos- de leyendas como Kuts, Zatopek y Mimoun. Este, legendario campeón de maratón, compartió la habitación en la Villa Olímpica con Jazy, para quien resultó una experiencia invalorable.
Dos años más tarde, comenzó a entrenar con uno de los preparadores más cotizados de su época, Woldemar Gerschler y se concentró sobre los 1.500 llanos. Jazy compartía aún el predominio del mediofondo francés con otro gran corredor, Michel Bernard. En un competitivo Europeo del 58 en Estocolmo, Jazy fue 10° sobre 1.500 con 3:45.4 y poco después le arrebató el récord nacional a Bernard, marcando 3:42.1.
Al llegar los Juegos Olímpicos de Roma (1960), aquella era su mejor marca, insuficiente para figurar entre los favoritos: y su medalla de plata resultó una auténtica sorpresa. El australiano Elliott con su instinto de “killer” se ocupó de una carrera veloz, de esas que ya no se ven hoy en las grandes competiciones de 1.500 donde priva la necesidad táctica. Elliott batió el récord mundial con 3:35.6, Jazy fue subcampeón con marca nacional de 3:38.4 y el bronce fue para el más talentoso de la escuela húngara de los 50, Istvan Rozsavolgyi, con 3:39.2.
En esa carrera, Bernard había marcado el ritmo (parciales de 58.2 en 400, 1:57.8 en 800). Pero apareció Elliott, a quien solo Jazy y Rozsavolgy pudieron seguirle el ritmo. La siguiente vuelta del australiano fue en 55.6 y remató en 41.6 para los últimos 300 metros, que le permitieron el récord y ganar con un margen de veinte metros de ventaja.
A partir de allí, Jazy se convirtió en uno de los nombres dominantes. Su primer récord mundial individual fue sobre 2.000 metros llanos (5:01.6), el 14 de junio de 1961 en el estadio parisino de Charlety (ya tenía otro récord con la poco frecuente posta de 4×1500). Un año más tarde, en Saint Maur, fijó la marca mundial de 3.000 en 7:49.2. Y el 6 de junio de 1963, en París, 8:29.6 como maximarca mundial para una distancia menos clásica, las 2 millas (3.218 metros).
A esta colección hay que agregarle múltiples topes europeos y nacionales. Justamente en los Campeonatos Europeos confirmó su condición de favorito, triunfando sobre 1.500 metros en 1962 (Belgrado) y 5.000 en 1966 (Budapest), siendo aquí escolta del alemán Bodo Tummler en 1.500.
Con la vista clavada en los siguientes Juegos Olímpicos, Jazy comenzó a incursionar con frecuencia sobre 5.000 llanos.
En aquella temporada de 1964, Jazy parecía prácticamente invencible. Hasta que el 8 de julio en Köln (Alemania), los 5.000 metros llanos reunieron a la “crema” del mediofondo/fondo del momento.
Se trata de una fecha muy especial para nosotros ya que en esa carrera, y en el marco de su gira europea, compitió Domingo Amaison, ocupando el 11° puesto con 14:23.1
“Para mí fue una experiencia inolvidable, competí en más de 20 torneos en tres meses, entre abril y agosto. Ir a Europa era toda una aventura en esa época, me ayudaron muchos amigos, como los jugadores de Independiente y los que organizaron una colecta. Tuve la oportunidad de competir junto a los grandes del mundo como Clarke, Roelants, Jazy y otros. Batí dos veces el récord sudamericano de los 3.000 con obstáculos. Y aunque no pude clasificar en ese momento para los Juegos Olímpicos, sí lo conseguí cuatro años más tarde para México”, nos contó Domingo.
El vencedor de la carrera en Köln fue Clarke con 13:45.8, Jazy quedó segundo con 13:49.4, tercero fue el belga Henry Clarke –campeón de la San Silvestre- con 13:57.8 y cuarto, otro coloso y luego campeón olímpico, el tunecino Mohammed Gammoudi.
Finalmente, a fines de septiembre y en vísperas del viaje a Tokio, Jazy hizo sus últimos ensayos: récord nacional de la milla con 3:57.9 y 13:46.8 para los 5.000 metros. Y se decidió por esta distancia en los Juegos.
En los Juegos Olímpicos del 64, Jazy avanzó a la final de 5.000 tras ganar la primera serie, mientras que en la segunda participó -aunque no pudo clasificar- el colombiano Alvaro Mejía, quien venía de batir el récord sudamericano en su gira europea.
La final olímpica de 5.000 metros en el Estadio Nacional de Japón se disputó bajo un diluvio, el 18 de octubre de 1964. Venció el estadounidense Bob Schul con 13:48.8, delante del alemán Harold Norpoth con 13:49.6. El bronce estuvo discutido hasta en el fotofinish y correspondió a otro estadounidense (luego famoso entrenador y que fue uno de los pocos que pudo aventajar a nuestro Osvaldo Suárez en los Panamericanos, en Chicago 1959): Bill Dellinger. Marcó 13:49.8, el mismo tiempo que Jazy. “Una desilusión para él”, definieron Roberto Quercetani-Cordner Nelson en su libro “The milers” que constituye la “Biblia” del mediofondo. El keniata Kip Keino –“padre” de todas las generaciones de fantásticos corredores surgidos de su tierra- fue quinto con 13:50.4 mientras que el múltiple recordman mundial Ron Clarke terminó noveno. Nunca pudo concretar en los Juegos Olímpicos su impresionante serie de marcas de otros eventos. Cuatro años más tarde, en México, Keino alcanzaría la medalla de plata en esa distancia y el oro en 1500…
Clarke había liderado aquel 5.000 hasta el cuarto kilómetro con parciales de 2:50.2, 5:39.4 y 8:22. Jazy se colocó al frente a la altura del curato kilómetro (11:15.6) cuando un grupo de ocho atletas se mantenía con posibilidades. De allí en más se dio un intenso duelo con Dellinger. Y aunque el francés llegó a tomar una ventaja de diez metros, tal vez su cambio de ritmo fue prematuro. A falta de 70 metros comenzó a declinar y lo sobrepasó Schul, Norpoth poco después. La euforia del estadounidense en la meta contrastó con la decepción del francés, quien en algún momento pensó en retirarse del deporte.
Pese a aquella desilusión de Tokio, Jazy produjo sus mejores marcas en la temporada siguientes: 3:36.3 el 25 de junio de 1966 en Sochaux y 13:27.6 el 30 de junio de 1965 en Helsinki. Esta última, en uno de sus tantas plusmarcas europeas y en una carrera en la que volvió a superar a Keino y Clarke. Y también batió el récord mundial de la milla con 3:53.6 (el 9 de junio de 1965 en Rennes), que mejoraba en cinco décimas el que había fijado el imbatible Peter Snell un año antes en Auckland. Una marga de ensueño para la época (3:51.3), establecida por el “junior” Ryun en 1966 en Berkeley, sucedió a Jazy en esa lista.
En el 65, además, había recuperado la marca mundial de los 3.000 metros con 7:48.5, el 23 de junio en Melun, en una prueba donde aventajó a Clarke y Gammoudi, y que se prolongó hasta las 2 millas (récord de 8:22.6).
El Campeonato Europeo de 1966 en el Nepstadion de Budapest volvió a reunir a la “crema” continental del mediofondo. Jazy logró allí los 5.000 metros en 13:42.8, superando a Norpoth (13:44.0), pero los alemanes se desquitaron en el 1.500, ganado por Tummler en 3:41.9, seguido por Jazy en 3:42.2 y Norporth en 3:42.8. Ambos corredores alemanes estuvieron posteriormente en la Argentina durante los memorables torneos Pierre de Coubertin.
La despedida de Jazy del atletismo fue a lo grande: con récord mundial de 2.000 metros el 12 de octubre de 1966 en Saint Maur: 4:56.2, mejorando los 4:57.8 que Norpoth había establecido el mes anterior. Tribunas colmadas, miles de personas afuera: Jazy era un ídolo deportivo en Francia. Y estuvo en algunas pruebas menores en el 67, para alejarse definitivamente.
“Jamás ceder al menor desfallecimiento de la voluntad, ni a los rigores del clima, ni a la fatiga que pudiera experimentarse, ni a la menor falta de energía. No basta con estar dotado físicamente para llegar a alcanzar tu meta, sino estar muy decidido de querer llegar hasta el final» fue una de sus famosas sentencias.
Corredor de tremenda calidad, muy versátil, fue capaz de cubrir desde los 800 metros (1:47.1 en 1962) hasta los 10.000 (29:03.2 en 1965), aunque se concentró en aquella dupla 1.500-5.000. “Mis victorias, mis derrotas” fue su autobiografía, publicada luego de su alejamiento. Trabajó en relaciones públicas para Perrier, Le Coq Sportif y Adidas, y también fue administrador del estadio de Parque de los Príncipes.
Hace cinco años participó de un emotivo homenaje (“World Heritage Miler”) que la World Athletics organizó en Montecarlo para las leyendas de la carrera de la milla. EL propio Sebastian Coe, presidente de la W.A., fue un astro mundial de la prueba y en aquel homenaje Jazy, acompañado por su esposa, apareció junto a nombres como el propio Coe, Keino, los hijos del británico Roger Bannister (el primer hombre que bajó los 4 minutos) y figuras de épocas posteriores: el británico Steve Cram, la italiana Gabriella Dorio (pionera del mediofondofemenino), el tanzanio Filibert Bayi y el irlandés Eammon Coghlan.
Este jueves, al anunciar el fallecimiento, el presidente de la Federación Atlética francesa, Andre Giraud expresó: “Estoy devastado. Para el mundo del atletismo y para deporte de Francia, es una gran pérdida por todo lo que representó, especialmente este año con los Juegos Olímpicos de París». En aquellos años 60, Jazy fue uno de los deportistas más populares de su país, junto a otro mito, el ciclista Jacques Anquetil.
En World Athletics, Giraud agregó: «La familia del atletismo está de luto. Con la muerte de Michel Jazy, perdemos una leyenda de nuestro deporte. A través de sus resultados, su elegancia, su talento y su sentido del esfuerzo, habrá transmitido magníficas emociones a millones de franceses. A nivel más personal, Michel era un amigo que había sido un modelo para mí cuando comencé en el atletismo. En nombre de la federación francesa de atletismo, envío mi más sentido pésame a su esposa Monique y a todos sus seres queridos. «